• Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
  •  976 29 87 87
  • Defendiendo la montaña, ¡NATURALMENTE!
    Defendiendo la montaña, ¡NATURALMENTE!

Cerro el Plata

Era el mes de julio e invierno en el Hemisferio Sur. En Zaragoza un tórrido calor angustiaba haciéndome sentir con más fuerza la necesidad de marchar.

Sería otra vez Argentina el país elegido; recuerdos de mi visita anterior me empujaban a volver. Grandes montañas, aparte del Aconcagua y próximas a la Ciudad de Mendoza invaden mi cabeza, con la ilusión de acceder a alguna de ellas en condiciones invernales.

Puesto que sólo contaba con 17 días para poder realizar alguna ascensión y regresar a España, hubo que descartar el Cerro Tupungato de 6.500 m, cuya aproximación es muy larga.

Decidimos que sería el Cerro el Plata, de 6.300 m, nuestro objetivo. Queríamos recorrer su vertiente Este para llegar a la cumbre. Ésta no contaba con ninguna ascensión en invierno; no porque fuera una ruta difícil, sino porque contaba con una aproximación larga y con una pared de bastante desnivel, unos 1.800 m. Nos ilusionaba la posibilidad de una 1.ª ascensión.

Image

Salía de Madrid el día 1 de julio y llegaba a Mendoza el día 2. Instalado en el albergue de Mendoza, Campo Base, voy conociendo al grupo con los que intentaré llegar a la cumbre del cerro.

Hasta el día 5 no comenzamos nuestro viaje. Durante esos días me dedico a conocer más esta magnífica ciudad. Cuenta con un inmenso parque de tremendos árboles y espesa vegetación. Es el parque del General San Martín, un sitio precioso para pasear.

Para acercarnos hacia el Cerro El Plata empleamos una furgoneta que nos transportaba a nosotros y nuestros bultos. Teníamos que dirigirnos hacia Vallecitos, centro invernal que cuenta con pistas de esquí y un hotel refugio. Unos kilómetros antes del refugio nos dejaba la furgoneta y a través de una quebrada nada transitada comenzaba nuestra aproximación.

Iniciamos la aproximación sobre las 11 h. por el valle o Quebrada de la Angostura, montando el primer campamento sobre los 2.800 m. Las condiciones atmosféricas eran extraordinarias. A pesar de ser invierno la temperatura no es demasiado baja, en torno a -1º C a las 18 h.

SÁBADO 6 DE JULIO

Decidimos no madrugar demasiado y aprovechar los primeros rayos del sol para comenzar a movernos. Son las 10 h 30' cuando reiniciamos de nuevo la aproximación. Seguimos ascendiendo por el valle de la Angostura con un tiempo ex traordinario y sin encontrar trazos de sendero alguno. Se trata de un valle bastante incómodo y cerrado obligándonos a ir junto al cauce del río entre grandes bloques cubiertos de nieve y hielo. Sobre las 18 h. y comenzando ya a anochecer, vamos buscando un emplazamiento para la tienda. No es fácil encontrarlo por la estrechez y pedregosidad del valle. Tenemos que aplanar y agrandar el lugar donde vamos a dormir. Al no emplear el nido es posible entrar los cuatro bajo el techo de la tienda.

Íbamos provistos de radio y nos preparamos para establecer nuestra comunicación; señalando nuestra situación, estado de ánimo y nuestras intenciones para el día siguiente.

Conversamos con varios radioaficionados sobre su situación y los problemas de emisión o recepción. Algún problema debía de haber con las antenas cuando oíamos perfectamente a nuestros compañeros en el albergue de Mendoza "Campo Base" sin poder hablar con ellos. Pero ahí estaban los radioaficionados que hacían llegar cualquier mensaje o novedad a aquellos con los que no podíamos conectar. Nos hablaban desde localidades próximas a Mendoza como Potrerillos, Maipu, etc. Se iba extendiendo la noticia en la que dos mendocinos, un porteño y un español querían un ascenso en la cara Este del Plata. Poco a poco se iba formando una familia.

Image

DOMINGO 7 DE JULIO

Aquella noche la temperatura había descendido algo más, entorno a -10º C y nos encontrábamos a unos 3.500 m de alti tud. Sobre las 8 de la mañana comienza a salir el sol que incide directamente sobre la entrada de nuestra tienda, dándonos una magnífica vista impregnada de los colores de la mañana. Era una manera bonita de comenzar el día. Tras el desayuno, te o café con galletas y mermelada, desmontamos el campamento, preparamos las mochilas y comenzamos una vez más esa aproximación hacia la cara Este del Plata. Lentos en nuestra progresión con pesadas mochilas, repletos de energía y entusiasmo, vamos alcanzando los 4.000 m.

Adrián "Roger" de veintitrés años, Instructor de la escuela de Andinismo avanzaba con un paso firme y sólido haciendo valer aquello de "donde pongo el ojo pongo la bala". Eduardo Depettris, el más joven del grupo con 16 años, era fuerte y persistente y al que no parecía brotarle ninguna raíz de fatiga. Un buen Andinista en potencia. Marcelo Capri de 24 años se había escapado de la ciudad de Buenos Aires, embriagado por las montañas de Mendoza. Atrapado como todos nosotros por esta Naturaleza, asciende por los caos de bloques sin doblarse por nada; en varias ocasiones resbala sobre alguna piedra cubierta de hielo, levantándose del suelo como si lo hiciese de la cama, con placer y armonía. Hasta de los tropiezos disfrutábamos. Siempre dispuesto a todo y en el silencio de la noche envueltos por el interior frío de la tienda era un buen conversador. Yo el "gallego" del grupo me sentía afortunado por estar ahí, compartir aquella montaña con ellos y sentirnos unidos para conseguir el éxito. Éramos muy distintos y quizás eso nos unía más.

Conforme ascendemos vamos llegando a una zona donde el valle se ensancha y se torna más suave, aparece una llanura de piedra menuda y cerrada por impresionantes murallas. Recuerda un poco a la forma de "Playa Clucha" en el camino de aproximación a Plaza de Mulas en el Aconcagua.

Comienza a cerrarse el cielo y apenas podemos ver la esfera del Sol. El cielo anunciaba nieve aunque no de una manera intensa. Decidimos detenernos en una zona de grandes bloques aprovechando un pequeño hueco entre dos de ellos y, retorcidos los cuatro como alambres, nos protegimos de la nieve, preparando a su vez algo de comida con que fortalecernos. Nos mirábamos y tiritábamos de frío, el termómetro marcaba -12º C.

Proseguimos la marcha hasta llegar a un circo impresionante, rodeados por cumbres que sobrepasan lo 5.000 m, como el Cerro France, Cerro Negro, Lomas Amarillas; aunque el temporal no nos permite ver nuestro objetivo con suficiente claridad.

Es necesario que nos pongamos a preparar el terreno para poder asentar la tienda. Durante media hora nos dedicamos a sacar piedras del suelo; alisar y ensanchar el sitio donde vamos a dormir. Decidimos no poner el nido de la tienda y ponerlo en el suelo de aislante, para poder estar los tres con más comodidad. A pesar de todo entramos justos, realmente es una tienda de tres plazas.

La siguiente tarea será fundir nieve; de esto se encarga Eduardo Depettris, el más joven. Durante un buen rato se dedicará a prepararnos infusiones como café, té; le observo desde el fondo de la tienda y admiro su dedicación, realmente es una tarea pesada la de fundir nieve, teniendo en cuenta el cansancio acumulado durante la ascensión y la altitud a la que nos encontramos 4.300 m.

Esperamos ansiosos la comunicación por radio de las 20 h 30'. recibimos la llamada; es Orlando, conocido también como Yuyo. Es cabo de la policía de Mendoza y un amante incondicional de este tipo de comunicaciones. Respondemos a la llamada con un saludo y comenzamos nuestro diálogo.

Nos informan sobre el tiempo que tenemos, hablamos de nuestra situación física y anímica, que en aquel momento es excelente. Algunas preguntas sobre nuestras intenciones con respecto a la montaña y la desagradable sorpresa de la desaparición de dos jóvenes andinistas en la vertiente Sur de esta montaña; preparándose por lo tanto los diferentes grupos de rescate entre policías y amigos de los desaparecidos. Otros radioaficionados son también testigos de nuestras conversaciones. Incansablemente Héctor, que formaba parte de la serie de personas que a diario no faltaban a su cita con nosotros y que, además, actuaba de enlace para hacer llegar nuestras noticias a los familiares y amigos, puesto que radiofónicamente no recibían nuestras noticias. Esa noche nos ofrecieron un parte meteorológico que pronosticaba nevadas en la cordillera; y a pesar del cielo despejado que había quedado en ese rato de la noche, el pronóstico se cumplió y sobre la una de la madrugada empezó a nevar. Nosotros ya dormíamos en el único sitio confortable que teníamos en aquel entorno, nuestro saco de dormir.

LUNES 8 DE JULIO

Nos despertamos con la tienda algo hundida por la nieve que había caído. Golpeábamos el techo para liberarlo del peso que tenía. Era desagradable hacerlo pues nuestra condensación se había congelado en el interior del techo y con los golpes ésta nos caía en la cara y en el saco de dormir, notando en la piel un frío horrible.

En el exterior de la tienda teníamos una temperatura de -17º C y dentro disfrutábamos de unos 8 ó 9 grados bajo cero; no estaba mal la diferencia.

Dada la nevada que había caído decidimos quedarnos el día entero en este enclave, esperando la evolución del tiempo y a su vez mejorando nuestra adaptación a la altura.

Image

Establecimos nuestro contacto radiofónico por la mañana. Es Orlando quien comienza a enlazar con nosotros. Hacía ya un tiempo que nos manteníamos a la escucha, pues todos los radioaficionados que nos seguían llevaban un rato hablando entre ellos y de esta manera hacíamos tiempo hasta llegar nuestra hora de enlace, las 9 h 30'.

Damos nuestra situación en esa hora de la mañana, que es satisfactoria. Nos encontramos animados. El tiempo iba mejorando incluso fuera de la tienda, al sol, nos encontrábamos a gusto. La temperatura oscilaba entre -9º C y -10º C. Hablamos también, sobre cómo habíamos pasado la noche, qué noticias había de los familiares que esperaban en Men doza un poco angustiados; algunas bromas sobre las comidas, etc. Nos preocupaba mucho la desaparición de los dos muchachos en la vertiente Sur del Cerro. Según se comentaba eran chavales bastante duros y capaces de superar condiciones adversas, el frío, el viento, la fatiga que provoca el soportar todo esto. Llevaban tres días desaparecidos sin el más mínimo rastro. Tan solo se conocían las intenciones que tenían, que eran ascender la cara Sur del Cerro el Plata. Entre tanto las patrullas de rescate estaban en la búsqueda.

Seguimos en la tienda, ya después del desayuno e incluso habiéndonos dado un paseo por los alrededores de la misma. se encontraba todo totalmente blanco de la última nevada. El ambiente se había reforzado en agresividad, lo que junto a la soledad que reinaba en el lugar me hacía sentir libre, sin dependencias ni raíces. Tan solo aquellas que daban fuerza y sostén para sentir mi espíritu montañero por encima de todo.

Sentía ser un elemento más de aquel paisaje duro, blanco, con grandes desniveles; con la impaciencia de querer continuar la progresión hacia arriba pero con la precaución de observar nuestros organismos en evolución contra el frío y la altura.

Todo era incomodidad, desde que abrías los ojos por la mañana hasta que se cerraban por la noche confiando en des cansar y no pasar frío durante la noche.

Era incómodo vestirse por la mañana, preparar el desayuno o cualquier comida; tener que fundir nieve para poder beber.

Cualquier movimiento en la tienda para cambiar de postura, para entrar y salir de ella; lo peor era tener que salir alguna noche a hacer tus necesidades y tener que abandonar el calor del saco, pero si no lo hacías no había manera de conci liar el sueño aquella noche. Dedicamos el día a dejar pasar las horas, preparamos té, comimos algunos dulces y conversamos de vez en cuando. Medio tumbados unas veces con las piernas encogidas otras, disfrutamos de aquel ambiente. Nos preguntábamos una y otra vez cuál era la suerte que habían podido correr aquellos dos jóvenes mendocinos desaparecidos.

En algunos momentos los pensamientos que nos invadían eran los de nuestros familiares sobre todo los de Adrián "Roger" y Eduardo Depettris; era seguro que tenían una gran preocupación por nosotros teniendo en cuenta los hechos que rodeaban aquella montaña en esos días.

Los familiares de Marcelo y los míos se encontraban lo bastante lejos como para que la noticia de la desaparición de los andinistas pudiera llegar a sus oídos.

Afortunadamente el poder establecer una comunicación por radio era una gran ayuda.

Ya en noche cerrada y con el cielo despejado nos acomodamos para dormir. Decido cambiar la postura y colocar la cabeza donde los pies, de manera que tendría más anchura para la espalda; un grave error el que tuve pues los pies se me quedaron fríos y no conseguía hacerlos entrar en calor; después de varias horas de frotarme y golpearme decidí cambiar de postura y ponerme como al principio, poco después entraba en calor y seguidamente había que levantarse. ¡Menuda nochecita! y yo que pensaba dormir estupendamente.

MARTES 9 DE JULIO

Son las 7 h cuando nos despertamos. Por orden nos vamos vistiendo y así continuar nuestro ascenso. Comunicamos por radio a las 8 h. Dejamos claras cuales son nuestras intenciones; dadas las últimas nevadas las dos últimas nevadas que había habido la cara Este presentaba un aspecto pesado, no era muy recomendable el introducirse en ella. La desaparición de aquellos dos muchachos nos inclina a dejar nuestro objetivo y participar en la búsqueda dirigiéndonos hacia la ruta normal.

En la comunicación por radio, nos dicen que sobre las 10 h conectarán con una emisora de radio y que nos harán una pe queña entrevista que será oída en gran parte de la provincia de Mendoza. Soy yo quien habla por radio comentando nuestra situación y la idea que tenemos con respecto a la montaña.

Nos felicitan y nos animan en nuestra labor de búsqueda. Proseguimos nuestro camino sobre nieve blanda unas veces y dura otras. Subimos por un canalón de nieve de unos 40º que con el peso de las mochilas y las fuertes ráfagas de viento, que en ocasiones soplaban, era bastante duro. Durante dos horas ascendimos por este canalón hasta llegar a uno de los filos a través del cual llegamos a la ruta normal. La altura se hace notar, cercanos a los 5.000 m avanzamos lentos. Paramos para comer algo y recuperar el aliento en aquel ambiente polar. Tratamos de calcular lo que nos podía costar llegar hasta la ruta normal desde donde nos encontrábamos pero aquello era una ilusión. Nos costó bastante más de lo que pensábamos, ascendiendo sobre pedregales incómodos con algo de nieve, a través del borde izquierdo de un pequeño glaciar de diminutos penitentes. Nos costaba recuperarnos de los tropiezos y resbalones. El desgaste era considerable; pues Marcelo en ocasiones deliraba y jadeaba. Yo le animaba como podía pero mi situación no era tampoco muy buena. Los que mejor se encontraban eran "Roger" y Eduardo; ellos avanzaban a buen ritmo.

En una de las maniobras que hago para animarme más, me veo obligado a tener que quitarme los guantes y en pocos segundos no siento las manos, empiezo a asustarme un poco, pero afortunadamente comienzan a recalentarse aunque el dolor que siento me hace llorar un poco.

Conseguimos llegar a la ruta normal azotados por el viento y sin poder disfrutar en su totalidad del fabuloso atardecer que teníamos. Marcelo deliraba y se tambaleaba, yo peleaba para que el abandono no me venciera. Debíamos estar sobre 5.500 m y no había un lugar por mediocre que fuese para montar la tienda y nos vemos obligados a tener que des cender hasta encontrar un sitio más o menos protegido. "Roger" carga con la mochila de Marcelo; el pobre casi no se tiene. Yo le grito para animarle y tengo la sensación de que a mí me iba a pasar lo mismo, aunque algo de fuerza me queda para resistirme y no tirarme al suelo.

Encontramos un sitio aceptable y montamos como podemos la tienda; una vez dentro, nos colocamos y rápidamente caigo dormido; como consecuencia de dormirme no ceno absolutamente nada y apenas me hidrato, notándolo a la maña na siguiente.

MIÉRCOLES 10 DE JULIO

Aún no había amanecido y "Roger" junto con Eduardo Depettris se habían levantado con la intención quizá, de salir y tratar de hacer cumbre. No consiguen preparar el desayuno; el techo se ha soltado en la parte de la entrada y el aire entra y no consiguen encender el infiernillo; mientras tanto "Roger" sujeta con la cabeza el doble techo para hacer hue co. A duras penas comen algo, pero en la maniobra se han quedado helados y vuelven al saco.Marcelo ha mejorado bastante su situación; aunque tanto él como yo tenemos claro que vamos a descender. Mis condiciones no son buenas; primero noto mareos y no consigo levantarme me cuesta muchísimo esfuerzo todo; la boca la tengo muy reseca al no haberme hidratado bien esa noche, llena de costras. Las fosas nasales también se me han resecado bastante, quizá por eso escupo algo de sangre. Y sobre todo me falta agilidad mental. Tomaba la decisión de hacer algo, como preparar la mochila, y desde el momento que lo pensaba hasta que lo hacía pasaban un par de minutos. Me preocupaba mucho esta situación.

Había tenido lugar otra entrevista con la radio. "Roger" comentaba nuestra situación; nos encontrábamos muy desgasta dos con pocos víveres y combustible. En toda la parte de la montaña que habíamos recorrido no teníamos rastro de los desaparecidos.

Le preguntaban cómo era posible que dos mendocinos, un porteño y un "gallego" hubiesen coincidido en esta montaña; él respondía que debido a nuestra afición había surgido una amistad y a través de la cual nos habíamos unido con un objetivo en común, conseguir una cumbre. Y si no fuese así, por lo menos lo habíamos intentado.

Ya no podíamos hacer más allí y era mejor no forzar nuestra situación. Tuvimos nuestro intento en aquella montaña; de haber conseguido ascender por la cara Este del Plata, que a pesar de no presentar grandes dificultades, unos 40º de media, hubiese sido una 1.ª ascensión nacional. A pesar de todo disfrutamos de aquella salida, que para mí fue una bue na prueba de adaptación a un entorno tan frío y tan hostil.

Aquel día, después de desmontar y recoger el campamento a 5.000 m, descendimos casi 2.500 m de desnivel al encuen tro de los familiares de "Roger" y Eduardo Depettris quienes nos acercaron en ese mismo día a Mendoza a 700 m sobre el nivel del mar.